DREAM THEATER - WIZINK CENTER (MADRID 31/1/20)
El mes de enero de este singular año 20/20, se cerró con elegancia en El Foro madrileño, en el Palacio de los Deportes de Goya (WiZink Center), con la visita de la que es, hace tiempo e indiscutiblemente, la mejor banda de Rock Progresivo del planeta.
El Teatro del Sueño, de los sueños metálicos de temas largos y bien construidos, de melodías extendidas, con cambios de ritmos y armonías en cada composición, de virtuosismo pleno en cada instrumentación, de picos y valles, subidas y bajadas, bajos y agudos entrelazados en espirales de progresión y paroxismo. Bienvenidos a una nueva performance de los estadounidenses legendarios, reyes del Prog Rock. Allí estuvieron con clase, demostración clásica y marchamo, Dream Theater. Una vez más en tierra patria y foro, con su The Distance Over Time Tour, y celebrando el 20 Aniversario de su celebérrimo “Scenes from a Memory”.
Those were the days! Qué tiempos aquellos! Recuerdo la sensación abrumadora y de completa epifanía cuando les vimos en la Sala Canciller, en abril de 1998, con un setlist de unas 15 canciones, y cómo nos quedamos ojipláticos a la par que absortos, ante tamaño despliegue instrumental...el “japo” con ese bajo de hasta seis y ocho cuerdas, el despliegue de virtuosismo prolongado de la seis cuerdas de la guitarra, y la actuación pletórica y llena de ritmo frenético y estético del batería. Fue un momento único para los que asistimos al show aquella noche, a nuestro querido, legendario y difunto ”Canci”, que ya quedará para siempre como enorme y grato e imborrable recuerdo.
Desde entonces he disfrutado de Dream Theater unas cuantas veces más durante los últimos 20 años, hasta verles convertirse en lo que ahora son: los Reyes del Prog Metal Rock, por definirlo con una etiqueta clásica y conocida. John Petrucci ya es un absoluto Guitar Hero (le vimos también en la visita del último G3, en el mismo recinto, junto a Uli Jon Roth y el propio Joe Satriani); John Myung “el japo”, en realidad de origen coreano y ciudadano de Chicago, es una de esas máquinas virtuosas al bajo que giran por el planeta; Mike Portnoy, aunque no esté ya en la banda, será siempre el batería de referencia (y muy fan de Neil Peart, batería de Rush) y a quien también hemos disfrutado con Avenged Sevenfold y con Winery Dogs en directo (junto a Billy Sheehan); Mike Mangini como responsable actual con las baquetas (que también estuvo con Extreme y Steve Vai), y James LaBrie, tenor de origen canadiense, que pone la voz a las composiciones de la banda, históricamente con desigual acierto, como el día de autos que nos ocupa.
Tarde del pasado viernes 31, apertura de puertas en el Palacio de Deportes de Goya a las 19:00, e inicio del concierto a las 20:30, creo recordar, para lo que suponía iba a ser un largo show sinfónico Prog Rock de 3 horas. Escenario clásico, pantalla grande rectangular de fondo arriba, tras los integrantes de la banda, con proyección de imágenes varias, escalinatas en varios tramos con batería en zona superior, e hileras de focos altos y bajos sobre el escenario, como presentación visual conceptual. Un concierto planteado en dos partes diferenciadas (demasiado, como luego comentaremos), con un inicio protagonizado por cuatro piezas del último trabajo, y otras dos de selección de temas históricos, y una extensa segunda parte o “Acto” (como ellos mismos lo denominan), donde despliegan el “Scenes from a Memory” en su Aniversario citado, con siete “Escenas” en la primera tanda, y otras cinco en la segunda, del tirón, para proceder al “cierre” tipo bises con el “At Wit´s End” como colofón de la noche.
El inicio es, como siempre, ciertamente embriagador, por el enorme calado de virtuosismo instrumental y la calidad de las composiciones. Abren con “Untethered Angel” (la cual me encanta) a la que luego acompañan “Fall into the Light”, “Barstool Warrior” y “Pale Blue Dot”, del reciente álbum Distance over Time. En esta primera parte intercalan además, los clásicos “A Nightmare to Remember” del Black Clouds and Silver Linings y también la primera parte del “In the Presence of Enemies” del Systematic Chaos, de extensa duración ambos. LaBrie arranca flojo y su voz desentona entre sus virtuosos acompañantes más de la cuenta, en momentos puntuales, y aunque va mejorando, conforme se desarrolla el show, produce cierta angustia sistemática (como el “Chaos”) el ver como se enfrenta, con éxitos y derrotas, a los niveles más agudos y partes más exigentes de repertorio.
Tras el “fin” de esta primera parte, y de forma sorpresiva, la banda abandona el escenario y se encienden, de golpe y en toda su intensidad, las luces blancas del recinto. Nos miramos atónitos sin entender mucho, y asumiendo el “corte absoluto de rollo”, por un espacio de más de media hora, que se nos hace tan interminable como insufrible. No recordaba un “break” de estas condiciones en siglos… suponemos que LaBrie necesitó (tras lesiones antiguas de sus cuerdas vocales, que necesitaron años de recuperación) esta amplia fase de reposo e ínterin, y quizá algo de oxígeno... suponemos, por suponer algo! Tras esta paroxística fase - en sentido negativo -, la banda desarrolla el “Scenes from a Memory”, desglosado por Actos, con “Regression”, “Overture”, “Strange Deja Vu”, “Through my Words”, “Fatal Tragedy”, “Beyond this Life” y “Through her Eyes”. Tanda contundentemente progresiva, no apta para débiles, noveles o pro-guturales…Atacan sin piedad el Segundo Acto con “Home”, “The Dance of Eternity”, “One Last Time”, “The Spirit Carries on” y “Finally Free”, que es lo que pensaba más de alguno y alguna - finalmente libre -, viendo la cara que ponían, al no entender demasiado la longitud, virtuosismo sin pausa y densidad del planteamiento.
El escenario, luces, proyecciones…aunque cambiante, se mantiene fiel a su estructura y esquema iniciales, sin pretender cobrar demasiado protagonismo en el show, sino más bien como elemento obligatorio, lineal y complementario. Nada especial. El virtuosismo, calidad e intensidad de Petrucci y Myung, ambos con seis cuerdas, lo llena casi todo, aunque los altibajos de LaBrie y la ausencia de Portnoy crean cierto vacío. El planteamiento en la batería de Mangini se me asemeja al gran Scott Rockenfield - a veces en la forma de tocar, y más obvio quizás aún en la estética de su batería -, y las reminiscencias en el “Scenes” del grandioso Operation Mindcrime de Queensryche se me hacen bastante patentes. El planteamiento estético y algunos tramos de los temas, también llevan impresos rasgos diferenciadores de Roger Waters en su última etapa floydiana y tours recientes en solitario.
Cierra Dream Theater el concierto con el “At Wit´s End”, corte del último disco, y concluyen un concierto de tres horas, dos de música y show, y media hora extraña de “nada” entre medias. Podrían haber tocado el “Pull me under” y media docena de clásicos más. Pero habría sido otro concierto. Este fue así. En la variedad sigue estando el gusto.
Son grandes, muy grandes, y aunque no perfectos, son majestuosos y no tienen claro rival en su género. Seguiremos acudiendo a la cita cada vez que vengan. Y los que escuchan la basura que se hace mayoritariamente en la industria musical actual, que se los pongan un rato y vean la luz, y escuchen la gloria, para que no se mueran sin saber lo que es tocar los instrumentos como Dios, componer temas de verdad y emocionar a oídos exigentes.
Nosotros, los fans verdaderos de Dream Theater somos muy exigentes con ellos porque sabemos lo grandes que son, y siempre les pediremos la luna.
CjRockenfield / Carlos Burgos
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