DOWNLOAD 2019 - DOMINGO 30 DE JUNIO
Llegamos al domingo, como zombies, pero con muchas ganas de rock, y Download seguía teniendo cartuchos en la recámara. Quizá menos dañinos que los del día anterior...¿o no?. Y como último día, fue el día del picoteo continuo, pues para deleitar los sentidos tuve el placer de acercarme a varios escenarios, y tras acercarme al final de Toundra, quienes gozaron de un sonido espectacular (a la próxima prometo no perdérmelos), y que sirvieron de aperitivo perfecto para un concierto que yo al menos, no me iba a perder de ninguna manera...Soulfly. Y es que me encanta todo lo que tenga que ver con Max, ya sea en su pasado, Soulfly, Nailbomb o Cavalera Conspiracy. Admiración por la música de un hombre que además, es tan auténtico como inquieto...un crack musical que ya no todo el mundo valora, pero que sigue teniendo cuerda para un buen rato. Esta vez venía con la premisa de su nuevo disco, Ritual, y la incursión de su hijo Zyon en las filas de la banda, quien es un auténtico torbellino, que, con un pequeño kit, llena todo el espacio de sonido...¡qué pegada!. Magnífico baterista..."¿le habrá enseñado su tío?", pensé en varias ocasiones. Sensacional.
Solo un telón con la portada del último disco y enredaderas sobre los amplis para dar ese ambiente tribal, y los chicos salieron desbocados a escena. Pero "Dead Behind The Eyes", a pesar de sonar más que correcto, carecía de la garra que he podido presenciar en el pasado en conciertos de Max. Rizzo dispara como nadie a las seis cuerdas, y para el siguiente corte "Under Rapture", parece que el público ya se había concienciado de a quién estaba viendo. Max Cavalera es toda una personalidad, y llena el escenario, dando cabida a Ritual, sin faltarnos los clásicos que sí que nos levantaron el ánimo como "Prophecy" en versión descafeinada, "Back to the Primitive" de su segundo disco, o "Eye for an Eye", en la que saltamos todos a ritmo de la percusión más tribal, para finalizar un concierto de luces y sombras, en el que todos esperaban, siendo un festival, a que sonase un "Roots Bloody Roots"...pero una vez retirada la banda de escena, la sensación fue la de haber presenciado un buen show...sí...pero al que le faltó alguna guinda que lo completase. Y eso que Soufly le pusieron ganas, pues de las muchas veces que he disfrutado (a lo grande) de sus espectáculos, esta fue la más discreta, que no por ello decepcionante. En absoluto
Me acerqué, antes de descansar del calor, a echar un vistazo a Fever 333, quienes no solo se han sacado un discazo de la manga, sino que mueven al personal del modo más radical posible a base de canciones que están a caballo entre Linkin Park y Rage Against The Machine. Temazos como "One Of Us" mueven los cimientos de cualquier festival, y el vocalista del trío, Jason, diría que está loco de atar a juzgar por la actitud que presenta en escena...¡bendita locura!. Buen futuro les auguro a estos Fever 333. Y la misma sensación recorrió por mis venas, cuando, tras el telón con una enorme calavera, pude ver a los veteranos Sum 41. Contraste de novedades y veteranía en el festival...pues vaya directazo de la banda de Deryck Whibley!. Los de Ontario son dinamita en vivo, gozan de un status que defienden a capa y espada, con una profesionalidad y sonido de escándalo. A ver quien se queda quieto con temas como "Into The Deep", y hasta se atrevieron con guiños a Queen...¡colosales Sum 41!.
Llegamos al que para mí era uno de los platos fuertes del festival. Watain, con olor a infierno en escena (debido a las sustancias que van quemando antes y durante su show), no dejaron que uno de los escenarios pequeños les restase el protagonismo que merecen, y el atrezzo, curradísimo, ya parecía el averno, con un logotipo de Watain que parecía hecho de forja, cadenas, candelabros, cruces invertidas en los pies de micro...vamos, que salvando las distancias, puedo decir de los suecos, lo mismo que ya dije de Amon Amarth. No llegó a una hora aprovechada al 200%, con un sonido apabullante, una puesta en escena espectacular y la banda dándolo todo. Y solo he visto a una banda del género montárselo también, y sonando tan perfecta...Dimmu Borgir. Con lo que Watain, que ya tenían mi respeto, se lo ganaron todavía más en un Download poco representado por la oscuridad, y que ellos llenaron con creces.
Erik Danielsson es el dueño y señor del cotarro, y se hace notar. Lo vive, lo mastica y yo diría que hasta destapa sus verdaderos ideales en vivo...nada es fingido, según parece. Canta, entra en trance, ritualiza y se deja cada gota de sudor en escena, siempre pendiente de que cada vela realice su función, cada nota suene en su sitio, y que su voz nos transmita el mensaje ocultista de su propuesta musical. La banda, por supuesto, no es manca, y suena que atruena. Y a pesar de contar en su discografía con verdaderos clásicos del género y un disco semi-comercial enorme, (Wild Hunt), venían a presentarnos su Trident Wolf Eclipse, y madre mía...¡cómo suenan futuros clásicos como "Nuclear Alchemy" o "Sacred Damnation"! (los dos temas que abren su nuevo disco). Perfección hecha black metal en todos los sentidos. No suena nada mal al lado de otras malévolas composiciones como "Underneath The Cenopath", "Stellarvore" o "I'm The Earth". Y es que Watain poseen, además, una de las discografías más sagradas de su campo que defienden como nadie, y así lo demostraron en Madrid, en la que sin duda, dejaron una de las mejores actuaciones de los tres días, despidiéndonos Erik con un curioso ritual que nos dejó a todos con la boca abierta, con música ambiental, el escenario solitario, y un olor que debe ser parecido al de la fragancia del maligno. Algo mucho más allá del mero espectáculo.
Con el shock de Watain, terminamos la jornada, y la experiencia festivalera, con Tool, el plato fuerte del domingo, que ataviados con unas gigantescas pantallas y una estrella central, que junto a los láser, el juego de luces y demás parafernalia, conseguirían, cubriéndonos de excelsas proyecciones, que el show fuese lo más próximo a un concierto de Pink Floyd, salvando muchísimo las distancias.
Seré sincero, y diré que es una banda de la que he escuchado dos discos completos, y que soy poseedor de los mismos, pero a la que no le había prestado demasiada atención en vivo, y mira que he tenido oportunidad en el pasado. No obstante, ¿quién no se emociona con el espectacular arranque con "Ænema". Curiosa puesta en escena, muy misteriosa, y un Maynard James Keenan de omnipresencia escénica, que me sorprendió por su indumentaria industrialoide. Cercana a la de nuestros Killus, por poner un ejemplo claro.
El sonido era espectacular, y el público estaba completamente anonadado con las interpretaciones de temas como "The Pot", "Parabola", "Schism" o "Jambi". Hipnótico sonido, hipnótica música...e hipnótico concierto. Había escuchado el "10.000 Days" o "Lateralus" hasta la saciedad, pero jamás imaginé que una banda que rueda tan poco en vivo, podría llegar a las cotas de calidad que llegaron en Download, ofreciendo un concierto inolvidable, centrado en sus últimos años discográficos, y dando al público lo que demanda de ellos. Calidad, para una música de tintes intelectuales que muchos no entienden, pero que es digna de elogiar...más si cabe, en vivo, cerrando el que para quien escribe ya es cita obligada en Madrid para el 2020, en un festival con muchos pros, y casi cero contras.
Repetiremos. Eso, seguro.
José Rojo
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