Con una gran desesperación por el temporal y con un Madrid abarrotado de frías sensaciones, nos acercamos a We Rock de nuevo para presenciar un evento de esos que no se ven todos los días. Lástima, que mi visita se viese mermada para poder contemplar lo que In Vain ofrecieron ésta noche, ya que su último trabajo, A Little Things That Matter merece ser degustado en vivo...pero no pudo ser, gracias al escaso aparcamiento del que se disfruta en la zona. Otra vez será, y no muy tarde...pero el caso, es que con una sala un tanto entristecida por la poca afluencia de público, ahí estaban los maños Invisible para presentarnos el Ep 1 que acaban de editar, o al menos, así lo han titulado. La banda, se mueve en terrenos muy marcados por la guitarra de un descomunal Carmelo Landa, alma de la banda, y con una estética que casi me recordó a la de Rob Flynn, nos destrozó la sesera con una técnica y manejo del instrumento magistral. Rage se me venían a la cabeza, al ser estos un power-trio de gran pegada, ya que ninguno de los intrumentistas que se subieron a escena son precisamente mancos, y si hablamos de estilo, decir que ese heavy metal peleón destellado con enormes dosis de fácil manejo de la situación, me llegó al corazón con temas como Ya estás, Sombra Blanca, o el cover de Crying In The Rain de Whitesnake, sorpresivo cuanto menos. Cualquier corte de Pantera o Machine Head hubiese sido más "lógico", pero he de decir que la sorpresa es lo primero que te inhunda cuando consigues introducirte en el sonido Invisible, que comparte la profesionalidad y el sonido atronador con una versatilidad apabullante. Para seguirlos...vamos.



Llegaba el momento por el que todos habían acudido al centro, momento realmente endulzado por sus invitados. Los suecos Astral Doors visitaban nuestro país en varias fechas, y los rumores hacían presagiar que Madrid no iba a ser menos que el resto de ciudades, y por supuesto, no hubo ni un reproche que hacer ni a los precios de las entradas, muy económicas, ni a la propuesta del cartel. Atractivo cuanto menos cuando hablamos de una banda que con su Of The Son And The Father revolucionaron la escena, dándonse a conocer como unos sucesores del rollo Rainbow/Dio, que muchos disfrutamos a tope hasta que su propuesta fué totalmente copiada y manejada por cientos de bandas que hicieron lo que ellos, y que hoy por hoy son ninguneadas...y entre comillas, me atrevo a decir que esa indiferencia ha hecho pupa a Astral Doors, que perteneciendo a la ola de agrupaciones que mantuvieron el estandarte del heavy metal bien alto, hoy por hoy, no son ni los más populares, ni los que más se oyen en el boca a boca de los muchachos metalheads que empiezan en ésto. Pero en cualquier caso, no lo más aplaudido es lo mejor, y los que allí estábamos conocemos la magia que Nils Patrick Johansson es capaz de desprender con su voz. A sabiendas de la joya que se presentaba delante de nosotros, la ilusión y alegría de ver a Astral Doors en escenarios patrios, eran tremendas.



Los de la tierra fría venían a presentar Notes From The Shadows, su séptimo hijo, pero, nada más lejos de la realidad avanzado luego el show, abrieron con la potentorra The Last Temptation Of Christ del citado álbum y la ya popular London Caves, donde toda la banda ya sonaba totalmente compenetrada y quizás con un extra de volúmen que se ajustó durante el primer cuarto de concierto, empezaron a caer los ya clásicos del grupo, basando el show en la primera etapa de la banda, totalmente apoyada por el público y recordándonos el por qué se les recuerda con tanto cariño como formación puntera del rollo a principios de siglo. ¿Quien osa a destruir el honor de discazos como Evil Is Forever o su debut?. Of The Son And The Father es el ejemplo de que las puertas astrales son capaces de levantar el más puro sentimiento rockero entre asistentes. Nils canta sobrado, quizás no tanto como en inicio de gira, pero con ese deje "Dio" que tanto le caracteriza, intacto, animando al público y sudando la gota gorda cual pollo en el matadero. Enorme lección de como utilizar tus cuerdas vocales sin despeinarte, con especial mencion también del resto de la banda, que cumpliendo, hizo que Joachim Nordlund, guitarrista del combo, destacase, con mucha clase presentada en escena, unida a una cierta fidelidad al sonido original del grupo, que se agradece sobremanera.



Seguimos defendiendo la novedad discográfica con una coreada Wailing Wall, seguida por Power & Glory, otra inamovible de su Requiem Of Time, que sonó clásica y añeja, sin serlo, algo que me trae a la mente un dilema...¿evolución o involución?. Sea lo que fuere, yo disfruto como un enano con sus tesituras y formas, y que se hagan temas como este eternamente, por favor. Llegó el momento que esperaba con ansia...Bride Of Christ sonó increíblemente potente y Nils se desgañitó para ofrecernos con calidad la sublime canción, representativa de su segundo plástico, volviendo al pasado, concretamente al 2007 (que rápido pasa el tiempo...), con un Bastard Son muy celebrado por las primeras filas. Jocke Roberg, teclista de la banda, ya había puesto todas sus cartas sobre la mesa, y nos estaba ofreciendo también un recital de acolches muy bien ejecutado...pero Nils...Nils es el alma de Astral Doors, como pudimos escuchar en temas como Disciples Of The Dragonlord, Quisling o la esperadísima Shadowchaser, una de las más veneradas de su "nueva" obra. Y llegamos a un punto, en el que nos bastó con las novedades y pedimos verdaderos clásicos. La banda estaba metida en harina, y el público sediento de más Astral, cuando empezó la avalancha con Slay The Dragon, Time To Rock, la intensa y épica Evil Is Forever o Child Of Rock'n'Roll, dejando patente que en sus inicios, parieron clásicos imperecederos, y que esta noche inmortalizaron en nuestras almas en la capital.



Para terminar la comunión de himnos imperecederos, la banda se despachó con Black Rain y la potentorra Cloudbraker, dejando un sabor de boca más que agradable a su paso por la península, la cual, si no recuerdo mal, no visitaban desde una de las anteriores giras de Blind Guardian. En cualquier caso, nunca es tarde, y después de lo vivido en We Rock hay pocos aspectos mejorables. Bueno sí...la afluencia de público, pero dudo que Nils tenga la llave para mejorar eso. Más bien diría que se trata de una concienciación general de no ir a ver siempre a los mismos, pagando auténticas barbaridades. Astral Doors merecen más público y más a menudo...aquel Domingo lo demostraron con creces.



Crónica y Fotografías: José Rojo.

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