Una tarde de Viernes de temperatura agradable bajo un cielo dubitativo. Por lo visto debía de ser el clima perfecto para ir a hacer cola a la entrada de un concierto puesto que cerca de una hora antes de que abriesen la vizcaína sala Jam el entorno presentaba largas colas de gente deseosa de empaparse del metal extremo. No faltaron los fans acérrimos del género que daban la nota de color (u oscuridad) con sus pintados rostros. Por fin, a eso de las 8 la sala abrió sus puertas al impaciente público dando así comienzo a un quizá exagerado sistema de seguridad. Espera, cacheos y comprobación de entrada fueron los prolegómenos a la actuación de The Haunted, que no se hizo esperar mucho e inició su descarga al poco de haber abierto la sala, cuando ésta presentaba ya un aspecto nutrido.



Ni que decir tiene que esta era la banda más dispar del cartel. Aún así, podía verse a gente seguidora del grupo que había pagado la exagerada entrada (27 €) por ver a estos suecos encima de las tablas. No es que sean un mal grupo, pero ciertamente tenían poco que hacer ante el mayoritario público metalero con su propuesta post-hardcore agresiva. Aún así algunos temas de su último plástico (“Revolver”) fueron bien recibidos por algunos sectores. Poco más de media hora para un grupo, que sin ser malo, cuajó una pobre actuación, probablemente condicionada por un ambiente poco propicio. Habrá que verles en otras circunstancias.



Tras media hora de descanso para que los técnicos pudieran hacer su trabajo y tras colocar una impresionante batería negro mate en el escenario salían a escena los lusos. Ni que decir tiene que la práctica totalidad de los asistentes conocía el repertorio de Moonspell. Y es que el grupo tiene una buena horda de fans por estos lares, lo que convirtió su descarga en lo mejor de toda la noche. Empezaron con “In and above men”, donde hizo su entrada Fernando Ribeiro, cantante de Moonspell y foco de todas las miradas. Sin duda este hombre tiene algo encima del escenario que la hace siniestramente divertido, todo un frontman. Poco a poco, casi sin darnos cuenta nos soltaron un repertorio de temazos como “Alma mater” y “Fullmoon mandes”, que dejaron al público con la garganta desgañitada. Y con cara de asombro tras los escasos 45 minutos que Moonspell habían permanecido ahí arriba. Insuficientes totalmente, teniendo en cuenta lo rápido que había transcurrido la actuación de un grupo de ritmo lento. Se despidieron prometiendo volver mientras todo se preparaba para los cabezas de cartel, Cradle of Filth.



Y a eso de las diez y media comenzó el circo Cradle. Aparecieron unos actores disfrazados de gárgolas que permanecieron en sus correspondientes tarimas durante los primeros temas. Puntualizar que el impacto visual de estos bichos es enorme debido a sus siniestros movimientos muy bien efectuados. La elegida para abrir la noche fue “Guilded Cunt” de su último “Nymphetamine” seguida de “Nemesis”. Un inicio poderoso musicalmente hablando, ya que el sonido en la sala fue realmente irreprochable, pero que dejó entrever que es lo que nos íbamos a encontrar esta noche. Unos músicos buenos, que cuajaron una actuación muy buena, casi perfecta, pero carentes de motivación o ilusión alguna. Unos movimientos muy bien ensayados y unos gritos de Dani a la postre cansinos ensombrecieron la actuación de un grupo que parece haberse olvidado de que para hacer a la gente disfrutar primero han de disfrutar ellos. Y sin pena ni gloria siguieron cayendo canciones del último disco y clásicos de la talla de “Her ghost in the fog”, “The Forest Whispers My Name” o “From cradle to the enslave”, la única que fue capaz de despertar a la gente y poner aquello patas arriba (sin mencionar la canción homónima del último redondo que fue coreada por el sector más joven de los fans de Cradle of Filth). Entre temas iban mostrándonos imágenes de las canciones que tenían videoclip en una pantalla situada detrás del batería, aunque de manera desacertada puesto que al no proyectar imagen alguna de los componentes, repetían las los trozos emitidos una y otra vez. También cabe destacar la aparición en escena de un monje gigante y dos actores simulando una especie de suicidio con unas rotaflex que disparaban chorros de chispas.



En fin, mucho circo alrededor de una banda que o empieza a cambiar su actitud, o se quedará sin nada que decir. Pueden ofrecernos todos los impactos visuales del mundo, pero desde luego no es suficiente para apañar unas canciones interpretadas sin ningún tipo de magia. Noche cara y amarga para la mayoría, y es que si no llega a ser por Moonspell hubiese podido ser tildada de robo. Lamentable.



Iván

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