GEOFF TATE - SALA CHANGÓ (MADRID 9/5/23)
Queensrÿche siempre fue una banda especial, incluso cuando trataban de ofrecer cosas tan diferentes como Tribe, Q2K o American Soldier. Siempre enseñando al mundo cosas interesantes musicalmente hablando, y siendo, de algún modo, pioneros de algo. Y así lo debió pensar el propio Tate cuando decidió llevar a los escenarios en su totalidad, dos de los mejores y más revolucionarios discos de su trayectoria como fueron Rage for Order y Empire. El primero de ellos, por adelantado a su tiempo, y el segundo, por demostrar que se podía llegar al mainstream y las fórmulas masivas practicando un género tan supuestamente encorsetado como el suyo, con elegancia y unos temas que levantaban de la silla a cualquiera. Así debió pensarlo el propio Geoff, y así nos lo hizo saber cuando el frontman nos aseguró la noche en la que nos ubicábamos, afirmando que interpretar esas dos joyas completas era una de las cosas que tenía en su lista de vida...esa que todos tenemos pendiente y que intentas cumplir cuando la situación y circunstancias permiten. Por supuesto, nosotros, emocionados ante semejante evento, que ni en mis mejores sueños aparecía, ahí estábamos, en la Sala Changó, para que el vocalista y sus chicos nos hiciesen partícipes de su "tarea a cumplir", no sin antes disfrutar de la actuación de Josh Watts ante la caída del cartel de Leski, quienes dejaron el protagonismo completo a un jóven pero experimentado músico, que con una acústica como única herramienta, y su torrente de voz, nos deleitó con un country-rock con pinceladas de radiofórmula (que incluso en ocasiones, pudo recordar a gente como Nickelback) de mucha calidad. Lo dio todo, y el público terminó disfrutando lo que a prori parecía un despropósito para el perfil al que iba dirigido. Nada más lejos de la realidad, se ganó aplausos con una profesionalidad absoluta, seguramente conocida por un Tate que ya le tuvo en sus filas a la batería hace años. Por una cosa o por otra...ahí estaba Josh, que nos hizo disfrutar de su energía, buen sonido y voz cargada de cosas que decir.
El logo de Tate en la pantalla de la sala fue la única previa que tuvimos antes de que la banda asaltase el escenario madrileño, con un Geoff ataviado con una americana de brillos dorados, tan estrafalaria como elegante, que, junto a sus eternas gafas de sol, serían indumentaria de un músico llamado a ser histórico por muchas razones, entre ellas, haber influenciado a otros grandes de la escena posterior, tales como el propio Michael Kiske. Llama la atención que el kit de batería contiene componentes electrónicos...¿a qué se debería?. Generalmente no se utilizan en directo, e incluso para muchos, está mal visto...no en el caso que nos ocupa, por la razón que expondremos a continuación. Cuando empezó a sonar "Walk in the Shadows" el sonido era simplemente perfecto, pero es que la banda se iba a limitar a reproducir milimétricamente cada golpe de batería, sampler, efecto de guitarra o filtro vocal de cuantos se escuchan en ambos discos. La fidelidad con la que todo comenzó a sonar, era pasmosa, y la voz de Geoff un escándalo a sus 64 años, que, sumada a la teatralidad de su actuación, su actitud e impronta, le convierten, en mi opinión, en el frontman en mejor estado de cuantos puedas ver de su generación. Algo único, mágico...alucinante. En cuanto a la banda, decir que James Brown a la guitarra, es un portento y goza de un sonido y clase incontestables, Daniel Laverde no solo parecía sacado de las sesiones de Empire, sino que sonó increíble, con una pegada sensacional, sin lucimientos innecesarios y muy preciso, mientras que Jack Ross no desentonó en calidad con Daniel, presentando una estética casi de banda skater, pero con un dominio de las cuatro cuerdas brutal. Me permito poner la medalla al italiano Darío Parente, que tocaba por primera vez el repertorio con la partitura bajo sus piés, dejándonos a todos atónitos con su limpieza, dominio y destreza para hacernos volver a 1986, y ofrecer un recital de calidad absoluta. Como es obvio, no voy a describir el set, porque tocaron íntegro el álbum, en orden, y seguro que el 80% de los asistentes conocíamos los temas al dedillo, pero decir que momentos como el futurista "The Killing Words" nos llevaron a otra galaxia, con cada arreglo de sintetizador en su sitio, las guitarras limpias intepretadas de manera delicada y elegante...y Tate...ufff. Pocas veces me cuesta encontrar las palabras, y esta, amigos, es una de ellas. Uno de esos momentos en los que no encuentras sinónimos de grandeza suficientes en el diccionario. Incluso en los tramos más heavies del álbum todo sonó de diez, como en "Surgical Strike" o "Screaming in Digital", donde se combinaron los elementos más reales con ese halo futurista que envolvía al álbum, y que convierte a Rage for Order en algo tan especial, máxime, si el propio Geoff no para de dirigirse a un público con textos aprendidos pero magnéticos a más no poder. Si pongo las manos en el fuego porque Queensrÿche no lo harían mejor, seguro que mis palmas salen intactas. Lo que estábamos viviendo debería formar parte de los libros de historia...así de simple.
Cuando finalizaron la puesta en escena del álbum del 86, un pequeño descanso y...¡booooom!. Tate, con camisa azul de motivos florales, sale a escena para que empiece "Best I Can", y por ende, la ejecución masiva de Empire, cuyo sonido dista mucho del anterior Rage for Order, pero que igualmente bordaría toda la banda. Incluso en "The Thin Line", Tate se colgó el saxo para que no echásemos de menos ningún detalle. Desde los coros a los sampler, todo combinaba, casaba y encajaba para que, si cerrabas los ojos, pudieses saborear el álbum de estudio con el plus de estar disfrutándolo con los vatios de potencia, y Tate cantándonos al oído...¡qué delicia!. Momentos como el inicio de "Jet City Woman", con ese bajo aporreado, no se me olvidarán jamás. Emoción en ebullición "modo on", para embarcarnos en un viaje marcado por intensos y excelsos momentos de pura musicalidad como la increíble "Another Rainy Night (Whitout You)" o la propia "Empire", que sonó imponente con los filtros de voz de Tate y un line-up sólido como una roca. Desde la interpretación de la conocidísima "Silent Lucidity" a momentos más hard rockeros y guitarreros como "One and Only" o "Last Time in Paris", cada elemento, desde los excepcionales músicos a los movimientos de Geoff, conformó un todo...un bloque indestructible, de melodía embriagadora, y sensación de que los astros se alinearon para que los presentes esta noche tuviésemos el mejor de los recuerdos. Y es que, si la perfección había sido protagonista, terminar el show con "Queen of the Reich" es bendecirnos a todos, y mandarnos a casa a reflexionar sobre lo que hemos visto.
Geoff Tate dejó en Madrid uno de los mejores conciertos que mis retinas y oídos han experimentado a lo largo de los años, sentando cátedra y regalándonos dos horas y cuarto de pura historia de la música.
Texto y fotos: José Rojo
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