ROSS THE BOSS - SALA CARACOL (MADRID 1/5/2022)
Con la premisa de presentar su última y cuarta obra de estudio Born of Fire, el responsable del 50% del sonido Manowar en la etapa comprendida entre Battle Hymns y Kings of Metal/b>, es decir, Ross The Boss, se personaba en la sala Caracol con un equipo de escándalo tras él conformado por Dirk Schlätcher (Gamma Ray, Avalanch) sustituyendo a Mike Lepond, Marc Lopes (Let Us Prey) y Sean Elg (KK's Priest, Cage), con lo que las expectativas depositadas en la noche del domingo estaban por las nubes, incluso conociendo los problemas que Lopes acarreaba en su voz, que le habían impedido cantar en Sevilla unos días antes. Pero, tras el anuncio del propio Marc y Ross de que la formación completa saldría a escena en Madrid, era más fuerte aún el sentimiento de estar cerca de presenciar una noche única, máxime cuando ya conocíamos la salvajada de set que estaban interpretando en la gira. Pero no acaba ahí la cosa, porque los teloneros en esta ocasión, eran merecedores de un show por sí solos, como son Darkembrace y Cobra Spell, la banda en la que milita la cada vez más conocida Sonia Anubis (ex-Burning Witches, ex-Crypta). Ganas de todo...de comernos el mundo, pasarlo bien y dejarnos a disposición de un auténtico cartelazo de primer nivel.
Cobra Spell, quienes habían anunciado días antes que Alexx Panza (Hitten) dejaba de ser parte de la banda, hacían su aparición tras el telón ya con Kristina Vega (de los nacionales Born in Exile) agarrando fuerte el micro. Y lo hicieron por todo lo alto con "Addicted to the Night" de su EP Anthems of the Night. La banda sale a morder, el sonido de los instrumentos es cristalino, pero un problema con el equipo de voces de Kristina obliga a la banda a cerrar el telón de nuevo, realizar unos ajustes oportunos, tras los que se separan las dos solapas de tela para, ahora sí, poder disfrutar de la propuesta que nos traen, en la que son protagonistas las melodías, fuerza y pegada del heavy rock de los 80, con el sonido y energía de unos músicos del siglo XXI que han sabido dar con la tecla adecuada, creando un himno como el corte con el que abrieron, logrando meter al público en vereda desde que pisaron el escenario. Obviamente, lo más llamativo fue ver como las dos jóvenes guitarristas, Sonia Anubis y Esmée van Sinderen (quien, en el momento que leáis esto, ya no es parte del line-up, tal y como comunicaron días atrás en redes), conforman un dúo guitarrero de una calidad inmensa, con una puesta en escena sensacional, por no hablar de una Kristina que parece llevar toda la vida cantando las canciones...¡menudo torbellino!. A nivel vocal roza una buenas cotas también, y ya para las siguientes "Poison Bite", "The Midnight Hour" y "Shake Me" de su primer EP, Love Venom, la sala ya andaba en llamas, y se podía ver a la gente totalmente convencida del potencial de la banda de Países Bajos. Mención especial a la poderosa versión que Cobra Spell descargaron de "Animal (Fuck Like a Beast)" de W.A.S.P., invitando a David Varela (ex-Bella Bestia, ex-Crienium, Farland, y fan de los americanos hasta el último pelo de su negra melena) a cantar el inmortal clásico. Lástima que la siguiente "Accelerate" marcase el final de su sensacional actuación, porque pusieron todas las cartas sobre el tapete, y convencieron a todos los asistentes, creo que sin excepción.
Los banda gallega Dark Embrace tenía la ardua tarea de tocar después de una promesa que aprobó con sobresaliente, y antes de un clásico de clásicos. Pero he de decir que me sorprendió para bien el percatarme que tenemos en nuestro país formaciones que cuidan cada detalle como ellos. Es lo primero que me llamó la atención, pues tanto puesta en escena, indumentaria, telón, guitarras, e incluso la furgoneta que tenían aparcadas en la puerta, mostraban un sentimiento corporativo y profesional que muchos descuidan, y que es muy importante para que el público te tome en serio. Desde luego, cuando salió Oscar Rilo y levantó los brazos ante la audiencia, estaba claro que venían a darlo todo, y demostrar que su "atrezzo", buena presencia y despliegue, está totalmente justificado, con un sonidazo de justicia, una banda muy ensayada, y una propuesta muy personal, que cabalga entre el death metal, el doom y varias etiquetas del metal sombrío. Dark heavy metal que lo autodenominan ellos, haciéndolo de un modo convincente y...¿sin bajo?. Efectivamente, la banda no luce bass player, pero los dos guitarristas, quienes se compenetraron y complementaron al milímetro, fueron suficiente, junto a la batería, para hacernos vibrar con cortes de su trabajo estrella y reeditado The Call Of The Wolves (Re-Howled) como "Time Will Tell", en el que ya deduje, se nos presentaría algo denso pero de fino matiz, con un Rilo expresivo, ocupando y llenando su posición en el escenario, imponente...algo así como ver a unos Amon Amarth menos bastos y con influencias mucho más diversas...de miras menos "true". Un abanico que se mueve entre las diferentes texturas el que nos propone la banda del norte, en piezas como "Memories", que fue una de las que más gocé de su show, mientras que la dinámica "Let The Blind Too See" fue la muestra del gran potencial de Óscar como frontman y vocalista, exponiendo unas cuerdas vocales todoterreno. Más accesible se mostró el tema que da nombre a la banda, aunque no hubo descanso ni desperdicio en ningún tramo del espectáculo. Composiciones como "Never Seen the Sun", "Metal Till' We Die" o "Dark Heavy Metal", tienen todas las papeletas para convertirse en opción a clásico en los futuros sets de una formación que con dos discos ha conseguido lucir en escena como si llevasen toda la vida tocando, y eso ya es un triunfo. Enhorabuena por el resultado, Dark Embrace.
Tras la retirada de los gallegos, el ansia de heavy metal se apoderó de una sala con una excelente entrada, y había ganas de Manowar...¡si!. De Manowar, porque no os quepa la menor duda. Ross Boss Friedman es la mejor opción para disfrutar del enorme legado de los americanos, para ver en directo actualmente, y esta noche podríamos comprobarlo en nuestra carne, cuello y sangre hirviente. Dudo muchísimo que la autenticidad, sentimiento y ganas que pone Ross a los clásicos, la puedan alcanzar, ni de lejos, los actuales Manowar (a los cuales respeto muchísimo también, claro). Pero al César, lo que es del César...y a Ross, lo que es de Ross. Claro que, acompañarse de la formación que hemos citado al inicio del artículo, garantiza, al menos, el defender los temas del mejor modo imaginable.
No hacen falta cohetes, ni chicas en escena...ni motos, ni discursos absurdos. El mejor argumento para Ross es su guitarra SG, y cuando empezó a sonar delante del telón "Blood of the Kings", viajamos 30 años atrás, como si ese concierto que todos soñábamos de Manowar acabase de comenzar. Disparar a bocajarro con semejante clásico, es ir a por todas...a matar y no dejar títere con cabeza. Marc es perfecto para su papel. Su voz es agresiva, personal y se amolda de un modo increíble a cada tono del tema original, respetando las líneas vocales de Adams, pero haciéndolas suyas, dirigiéndose al público en todo momento, posando, gesticulando...¡un frontman de primera!. Claro que, si hablamos de la base rítmica conformada por Dirk y Sean...¡uf!. DeMaio se debe estar haciendo cruces, y Columbus estará sonriendo allá donde esté, porque lo bordan, amigos. Los pelos como escarpias conforme voy escribiendo...¡y eso ocurre en pocas ocasiones!.
Ha terminado el tema emblema pero, ¡joder!, que "The Oath" de Sign of the Hammer no es moco de pavo, como tampoco lo es la propia "Sign of the Hammer", magia en estado puro, o "Dark Avenger" de Battle Hymns, cuya épica y sentimiento depositado en cada nota de la negra guitarra de Ross, fue motivo de celebración instantánea (como ocurre en otros himnos imperecederos como "Secrets of Steel". Canciones únicas...inimitables, que Ross supo reproducir con un poso inigualable)...y es que jamás imaginé poder ver todos estos clásicos en directo tocados con semejante sonidazo, emoción al límite y sentimiento (y eso que, tal como la propia "Thor", la regrabaron para su By Blood Sworn, que ya podría haber sido premonitorio de un set así...). Incluso se permitieron el lujo de dejar que Ross tocase el teclado para que nada se quedase a medias, con lo que me llamaréis exagerado...pero creo que el show tuvo de medido lo mismo que de auténtico.
¿Y qué pensáis si os digo que sin estar muy avanazado el set, la siguiente que cayó fue la tremebunda "Wheels of Fire"?. Sencillamente demencial...Lopes desgañitado, Ross asesinando sus cuerdas y Dirk imprimiendo un carácter absoluto a cada golpe de bajo. La sala se venía abajo, y esto olía a apoteosis que se seguía confirmando a través la épica "Blood of my Enemies" que sonó especial, con cada alma gritando su espectacular estribillo. Hail to England siempre será uno de los tesoros más preciados de los hard fans de Manowar, y el momento resultó ser un regalo para nuestros oídos, mientras que "Black, Wind Fire and Steel" nos hizo sentir, otra vez más, afortunados de seguir teniendo a bandas como esta en nuestras salas. Ross miraba al vacío, y también a su público, durante algunos momentos solistas, no se muy bien si improvisados o no. Al menos ese éxtasis lo transmitió en una convertida en instrumental "Mountains" que nos hizo viajar a tiempos pasados, cerrar los ojos y vibrar...minutos mágicos, excepcionales y únicos, tales como en los ejecutaron el clásico de Sign of the Hammer, que sonó convincente, auténtico, nada prefabricado y ejecutado con la rabia, técnica y alma suficientes como para hacer sonrojar a Adams y DeMaio en alguna de sus noches menos inspiradas. En el clásico "Battle Hymn", la propia Kristina subió a escena a echar una mano (o una cuerda vocal) a Marc, que hizo un esfuerzo titánico por sacar el show a flote con garantías...¡vaya si lo consiguió!. Un mágico momento que mantuvo su continuidad en tres trallazos inmortales como "Fighting the World, que gozamos como posesos, acompañada de otro clásico de Hail to England como es Kill With Power" (ese estribillo siempre será uno de los más impresionantes de su discografía), con toda la sala en llamas, y por supuesto la vencedora de la batalla, "Hail and Kill", en la que Lopes incluso se permitió posicionarse en el centro de Caracol para sentir el calor, sudor y berridos de los afortunados asistentes, que vivieron el momento con la intensidad que semejante himno merece, generando sensación de hermandad, emoción y felicidad a partes iguales, tanto para el público, como para la propia banda, que se entregó al 500%, y demostraron que, después de una extensísimo The Evolution of FireTour, hace más el que quiere que el que puede, dejando en Caracol una noche inolvidable en cada segundo de set, cada alarido, cada solo, y cada tema interpretado.
Especial del todo...para recordar. Compadezco a los que no se acercasen por pereza, como pocas veces.
Crónica y fotos: José Rojo
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